El mampulorio como canto y danza de velorio de angelito, algunas notas bibliográficas

Cuando un niño negro de tierna edad muere -generalmente un recién nacido-, los negros de la región de Barlovento se reúnen junto al diminuto cadáver que se encuentra adornado y rodeado de flores y velas encendidas. Es en tal ocasión que se canta la canción del mampulorio.
El párrafo anterior es un extracto traducido de la descripción del álbum Venezuelan Folk Music de la colección Folk Music of the Americas de la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos, compilada por  Juan Liscano y Charles Seeger entre las décadas de 1930 y 1940. Continúa así:

Los campesinos creen que un niño muerto se convierte en un ángel y, por lo tanto, ésta vigilia se llama "vigila o velorio al angelito". Estas vigilias no sólo son celebradas por los negros, sino también por la gente de la región andina, que tradicionalmente vela a los recién nacidos fallecidos.
Entre los negros de Barlovento (en los distritos de Acevedo, Brión y Páez en el Estado de Miranda) y entre prácticamente todos los peones de las plantaciones de cacao vecinas, las "vigilias del angelito" tienen sus peculiaridades.
La vigilia se celebra en una plantación elegida. El niño muerto descansa en un ataúd sencillo, pintado de blanco, que se coloca sobre una mesa en la parte trasera de la habitación. Flores silvestres, o flores hechas con papeles de colores, velas ornamentadas y abalorios dan la apariencia de un altar sobre el que descansa el ataúd.
El público se sienta frente a este improvisado altar y los músicos se reúnen en un rincón. De repente, un ritmo monótono empieza. Un hombre se adelanta hasta el centro de la reunión llevando un sombrero que coloca sucesivamente sobre las rodillas de cada uno de los presentes.
Otro hombre, que lo acompaña, sostiene una elaborada vela en sus manos. El primero, después de haber puesto su sombrero sobre las rodillas de cada uno de los espectadores, comienza a depositar en él una serie de objetos tales como los que se enumeran en la canción que acompaña a continuación.
El portador de velas toma su turno. Él acerca la vela a la cara de un miembro de la audiencia, moviéndola de un lado a otro. Éste intenta apagar la vela soplándola. La canción se refiere a esta actividad.
Si el miembro de la audiencia no logra apagar la vela, debe traer un regalo que, al final de la ceremonia, podrá rescatar cuando haya cumplido una penitencia previamente impuesta.
Ésta costumbre, sin embargo, está comenzando a extinguirse (se han emprendido repetidas acciones legales para prohibirla) -particularmente ese aspecto de la celebración que involucra hervir el cadáver para retrasar la descomposición, lo que ofrece la oportunidad de prolongar el velorio por muchos días, en un rancho tras otro.
Este rito de muerte representa un profundo sentido de protesta social. La gente piensa, con audaz razonamiento, que el niño fallecido prematuramente escapa a la amarga experiencia de tener que crecer y hacerse hombre. Por lo tanto, más que con lágrimas, celebran su muerte con alegría, como si fuera una liberación.
Portada del disco que incluye la primera grabación conocida de un mampulorio


Los velorios de angelito en el contexto hispanoamericano 

Sobre los velorios de angelito, les dejo  a continuación un extracto del artículo "Sobre el velorio del angelito. Provincia de Corrientes y Sur de la Región Oriental del Paraguay" de César Iván Bondar, publicado en el Vol. 12 - 2014 de la revista Antropología Social y Cultural en Uruguay.

(...) esta particular manera de integrar la muerte a la vida se extiende a lo largo de América Latina (y algunas regiones de Europa), donde la muerte de un niño adquiere un carácter festivo. De ello dan cuenta las experiencias que hemos registrado no solo en Argentina y Paraguay, sino además -con variadas denominaciones- en Chile, Uruguay, Brasil, Bolivia, Perú, Venezuela (denominado mampulorio), Colombia (el bundé de angelito, chigualo, gualí, mampulorio, velatorio, angelito bailao, muerto-alegre), Guatemala, Costa Rica, Puerto Rico (el baquiní), Ecuador (el chigüalo), México, República Dominicana y Cuba (llamado igual que en Puerto Rico).
(...) el velorio del angelito es una antigua tradición de profundas raíces populares, señalamos que esta práctica funeraria celebra la muerte de un infante de corta edad ya que se considera que la muerte biofísica habilita su pasaje a la vida angelical. Agrega que en este ritual, basado en la creencia de la supervivencia del alma, puede observarse la integración de la cosmovisión de los pueblos originarios con la religión católica. Al morir, el pequeño se transforma en un ángel y su almita se dirige al cielo. Así es como sus deudos lo visten de angelito para que presida la fiesta y celebran su partida con música y danzas, abundante comida y bebidas. 
(...) en tanto rito funerario el velorio del angelito quizás sea uno de los más impactantes. En éste los deudos no deben llorar sino bailar; asimismo se ofrece una ceremonia que puede derivar en grandes fiestas “…con características orgiásticas y que puede durar varios días. Y siempre con la presencia del angelito in situ, sentadito atado a una silla o sobre una mesa, con sus alitas de cartulina y su ropita blanca…

El mismo artículo nos expone hipótesis de varios autores sobre el origen de ésta costumbre funeraria:

Ramírez (2005) subraya que el origen de este tipo de velorio podría ser árabe, introducido en tierras españolas debido a los más de siete siglos de impronta árabe; y llegado a América de la mano de las órdenes religiosas. 
 (...) Sobre esta hipótesis expone Coluccio (1992) que el velorio del angelito es originariamente hispano; “…y a España la llevaron los árabes. [En España, el velorio del Angelito se ha encontrado principalmente en el sur de ese país, en las provincias del Mediterráneo, Extremadura y las Islas Canarias. En Valencia, Alicante y Murcia, esta práctica se conoce con el nombre de aurora. En un aurora el cuerpecito del niño se envolvía en un velo de gasa o chifón]. 
(...) Scheper-Hughes (1997) señala que deviene de la península Ibérica y ha sido constatada en toda Latinoamérica “…desde los Andes peruanos hasta las pampas argentinas y las regiones costeras tropicales de Brasil y Colombia…”
Por su parte Bastide (1941, en Scheper-Hughes, 1997), expone que esta práctica se encuentra directamente vinculada a la cultura del barroco. Resalta que “…los jesuitas introdujeron las creencias de anjinhos para consolar a las mujeres nativas ante los alarmantes niveles de mortalidad de niños indios que producía la colonización…”
Y es justamente esto último lo que puede dar una pista del propósito original de este tipo de rito funerario. Más adelante el artículo es más explícito al respecto:
La alegría y cualidad festiva que caracteriza a estas reuniones es sostenida desde la creencia de que un ángel retorna al cielo, se considera que un velorio festivo aliviana la pena de la madre y la familia
Lo cual puede reinterpretarse en el contexto de familias numerosas, tal como se expresa a continuación:
Ramallo (2009) registra otras interpretaciones de estas “reuniones danzantes”; señala que las situaciones de muerte, en comunidades pequeñas y rurales, eran celebradas y vistas como naturales. La pérdida de un hijo -en familias numerosas, ante situaciones de un parto por año y a sabiendas de que pronto nacería otro niño- motivaba el festejo del retorno del angelito antes que el sentimiento de dolor por la ausencia física.


El canto del mampulorio

Acá debajo puede escuchar un canto de mampulorio, tal como fue recopilado en Curiepe, Estado Miranda, Venezuela en el año 1939, cantado por Pedro Longa y Fortunato Lanz:

A continuación una transcripción de la letra tal como la recoge Liscano y Seeger (en negrita los coros):

(¡Tambora! ¡Tambora!)
Por las ánimas benditas que están en el purgatorio aquí está la vela
del mampulorio
aquí está la vela
del mampulorio aquí está la caja de fósforos
del mampulorio aquí está la sortija
del mampulorio aquí está la sortija
del mampulorio 
Ay, mi pollito salió a la calle yo ruego a Dios que nadien lo halle
que nadien lo halle
que nadien lo halle que nadien lo halle
que nadien lo halle Y aquí está la vela
del mampulorio y aquí está la guitarra
del mampulorio y aquí está la vela
del mampulorio y aquí la Cayena
del mampulorioYo ruego a Dios
que nadien lo halle
nadien lo halle
nadien lo halle Aquí está la vela
del mampulorio aquí está el cigarro
del mampulorio aquí está la rosa
del mampulorio
Ay, por las ánimas benditas que están en el purgatorio aquí está la vela
del mampulorio aquí está la rosa
del mampulorio aquí está el cigarro
del mampulorio aquí está la Cayena
del mampulorio aquí está la rosa
del mampulorio 
Por las ánimas benditas que están en el purgatorio apaga la vela
del mampulorio  y no la apagó
y no la apagó y no la apagó
y no la apagó Apágala pues
y no la apagó ahora la prende
y no la apagó 
Yo ruego a Dios que nadien lo halle
nadien lo halle Apaga la vela
del mampulorio Ay, por las ánimas benditas que están en el purgatorio aquí está el cigarro
del mampulorio aquí está la vela
del mampulorio aquí está la rosa
del mampulorio aquí está la cayena
del mampulorio aquí está el sombrero
del mampulorio y no la apagó
o, o, ó y no la apagó
no la apagó Aquí está la vela
no la apagó y no la apagó
y no la apagó
Ay, mi pollito salió a la calle yo ruego a Dios que nadien lo halle
que nadien lo halle que nadien lo halle
que nadien lo halle Y aquí está la vela
del mampulorio y aquí está el cigarro
del mampulorio y aquí está la rosa
del mampulorio y aquí está la guitarra
del mampulorio y aquí está la maraca
del mampulorio 
Por las ánimas benditas que están en el purgatorio aquí está la vela
del mampulorio aquí está el cigarro
del mampulorio etc. ...

El mampulorio como una danza costumbrista

La pérdida progresiva del contexto en que el mampulorio se canta y danza, lo ha llevado al proceso irreversible de convertirse en una forma de arte; una danza costumbrista, que se representa más o menos rigurosamente en sus formas pero totalmente desprovista de su contexto y significado.

Luis Felipe Ramón y Rivera, en su libro "Danzas Tradicionales de Venezuela", una recopilación con uso en el ámbito escolar, nos habla sobre la coreografía de un mampulorio "representado".

Para realizar el baile se forma un semicírculo con el frente hacia donde está el público. Entonces, la pareja de niños, el de la vela y el que va con el sombrero, bailan frente a cada uno de los otros niños que permanecen en sus puestos dentro del semicírculo. El paso de los niños que llevan la vela y el sombrero puede ser un avance rítmico siguiendo el compás de la música.
Entre tanto, los niños que están en el semicírculo no deben permanecer quietos: pueden hablar entre sí, señalar a la pareja central, imitar un poco e baile en sus puestos, etc., a fin de que todo ello contribuya a la vivacidad de la representación.
Algunos elementos coreográficos que pueden utilizarse son los siguientes:
  1. Avances y retrocesos (individuales o colectivos) con el cuerpo en posición natural, pero moviéndose al ritmo de la música. Durante la ejecución de este movimiento puede llevarse la mano izquierda en la cadera, mientras que con la derecha agitan sobre su cabeza una toalla, una ramita verde, un sombrero o cualquier otro objeto liviano.
  2. Movimiento de los brazos hacia arriba y hacia abajo siguiendo el ritmo de la música. Este movimiento puede ligarse en el momento en que estén los brazos arriba, con una vuelta o giro rápido del cuerpo. 
  3. Movimiento de los brazos y la cabeza hacia adelante, como siguiendo al niño que lleva la vela, en un además de apagarla desde lejos. 
  4. Estirando un brazo hacia afuera, con además gracioso, para señalar cada uno de los objetos que va diciendo el canto; la vela, la rosa, el cigarro, etc. 
  5. Movimiento de flexión del cuerpo de arriba hacia abajo, subiendo enseguida los brazos en el momento en que vuelve el cuerpo a su posición normal; todo ello en un ademán como de quien recoge agua y la echa sobre su cabeza. 
En general, de acuerdo con el tiempo de duración de la música, el maestro puede inventar otros movimientos para variar. En el momento final del baile los niños pueden darse las manos lateralmente y levantarlas a la vez que hacen una venia al público, o pueden realizar cualquier otro movimiento final que dejamos a la inventiva del maestro. 
Se puede notar la ausencia de cualquier elemento que relacione la tradición con un rito funerario.

Resumen y conclusión

En el libro Panorama de tradiciones musicales venezolanas. Manifestaciones profanas, en la pagina 22, existe una descripción del mampulorio que puede servir como resumen, escrita por la musicóloga Katrin Lengwinat:

Los cantos en los velorios de niños no son dirigidos a ellos sino más bien a sus familiares. La costumbre de acompañar la muerte de un niño con música y cantos era frecuente en los campos hasta la primera mitad del siglo XX. Aunque aún puede conseguirse, por ejemplo en la región andina, esta costumbre tiende a desaparecer. Los cantos, dirigidos a los padres, pretenden transformar el dolor en consuelo, porque el niño, según la creencia popular, “es un angelito que va al cielo a rogar
por sus padres y demás familiares”. La música no es específica, ya que se trata de cantos comunes de cada región. En los Andes se prefieren décimas a lo divino y salves; en el estado Falcón salves, romances y estribillos religiosos, y en los Llanos tonos de velorio. En ciertas zonas se toca música instrumental, preferiblemente valses. Al parecer, antiguamente hasta se bailaba en los velorios.
El Mampulorio es un caso de composición específica para velorios. En Barlovento se cantaba y bailaba con un ritmo entre golpe de tambor y guasa, acompañado por cuatro, tambora y maracas.

Complementando lo anterior y para concluir la presentación de estos apuntes, dejo acá un episodio del programa Cuentos de Camino, en donde Miguel Delgado Estévez le habla a Valentina Quintero sobre el mampulorio mientras de fondo se escucha un arreglo para orfeón del mismo:




Comentarios

Entradas más populares de este blog

Configurar el modem-router ZTE ZXHN H168N (3BB) para ADSL de Cantv

Instalar firmware DD-WRT en TP-Link TL-WR940N v6.x